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marzo 2021

¿Alguna vez, en tu trabajo, te has encontrado con un jefe que no respeta el horario laboral o que no es sensible ante una situación especial? O tú siendo líder de un equipo, ¿no sabes cómo potenciar la eficiencia o evitar deserciones? Pues la neurociencia, como competencia del siglo XXI, ha logrado una relación amigable con la gestión del talento humano, dado que se convierte en una ciencia poderosa cuando se aplica en torno al entendimiento del comportamiento del colaborador, de las dinámicas grupales, de los estilos de trabajo y, sobre todo, de las emociones que afloran en todo miembro de un equipo, porque de eso también se trata nuestra humanidad. De esta integración de saberes, nace el «neuroliderazgo», pieza clave en una compañía que permite que todo líder sea amable con el cerebro y diseñe un entorno de colaboración, porque sabe que, si bien la competencia es parte del desarrollo, la ayuda mutua es el core de la organización, el error es parte de la creación y la toma de riesgos manejables promueve el encuentro de nuevas oportunidades en el mercado.

«Ciertamente pienso que las mujeres, aunque generalmente superiores a los hombres (en) cualidades morales, son intelectualmente inferiores, y me parece que hay una gran dificultad en las leyes de la herencia (si entiendo estas leyes correctamente) para convertirse en iguales intelectuales del hombre» (1). Así versa una correspondencia de 1881 que escribió no un hombre ordinario con cualidades despreciables, sino una de las más altas eminencias de la teoría de la evolución, Charles Darwin, a Caroline Kennard, una científica estadounidense y defensora de los derechos de las mujeres (2). Y aunque nos pueda parecer una visión aislada del siglo XIX, esta construcción social de la inteligencia, la capacidad y la superioridad no solo se mantiene subrepticia y, a veces, manifiesta, en la actualidad, en muchas de nuestras prácticas, sino que está enquistada todavía en el mundo de la neurociencia (3). Esto explica, por ejemplo, la ínfima proporción de mujeres con premios científicos internacionales, como el Premio Nobel: entre 1901 y 2019, hace un par de años, 21 mujeres ganaron este laureado premio de ¡615 científicos! (2).