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¿Qué ocurre en el cerebro de las personas con trastorno de estrés postraumático?

El Día Mundial de la Asistencia Humanitaria nos recuerda cuán importante es la labor de millones de trabajadores que, silenciosamente, ayudan a las poblaciones más vulnerables sin recibir grandes reconocimientos u homenajes. Debido a la coyuntura que estamos atravesando a nivel mundial, CEREBRUM ha incluido, dentro de este rubro, al personal de salud que batalla diaria y desinteresadamente para salvar nuestras vidas del asalto del coronavirus. Sin embargo, este trabajo continuo los expone a diferentes riesgos que pueden dañar su salud física y psicológica. Al estar en contacto diario con la misma enfermedad, pueden llegar a vivir esta situación como un trauma, lo que podría desencadenar, en el cerebro, trastornos psiquiátricos. En este artículo, se explicarán los cambios neurológicos que ocurren ante el trastorno de estrés postraumático, uno de los más comunes en experiencias de pandemia y guerra.

No hay duda de que las pandemias impactan a todas las personas, en mayor o menor medida. Sin embargo, quienes se ven más afectados siempre han sido los profesionales de salud que se encuentran en primera línea de combate, como le suelen llamar a su labor en estos duros momentos. Y este nombre habla claramente sobre el riesgo que asume este sector de trabajo, tanto a nivel físico como psicológico, pues se ven, cara a cara, frente a la posibilidad de contagio y lidian con la muerte de pacientes a toda hora. Es semejante a la experiencia que atraviesan los soldados y el comando médico en las trincheras. En tal sentido, doctores y doctoras, enfermeros y enfermeras, y todo aquel que está involucrado de alguna manera en el servicio que se presta en hospitales y clínicas, tienen un gran riesgo de sufrir un trastorno psiquiátrico, principalmente, depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático. Pero este último es el que más se hace notar en momentos de gran demanda del ambiente: el cerebro y sus diferentes procesos se ven sometidos a tal presión que terminan por ser modificados de forma disfuncional. Por ello, en este artículo, trataremos de explicar qué sucede en este órgano cuando se diagnostica trastorno de estrés postraumático para tomar consciencia sobre la gravedad del trabajo sanitario y, en lo posible, motivarnos a ayudarlos, aunque sea con un granito de arena.

¿Qué es el trastorno de estrés postraumático?

El PTSD, por sus siglas en inglés, es un trastorno psiquiátrico con una serie de criterios diagnósticos y síntomas. El primero de ellos es que la persona haya estado expuesta a la muerte, amenaza de muerte, amenaza de lesiones graves o amenaza de violencia sexual (criterio A) y que tenga síntomas, como pensamientos intrusivos (también, puede sentir nuevamente la experiencia traumática) (criterio B), evitación (criterio C), pensamientos y estado de ánimo negativos (criterio D), y activación fisiológica y reactividad (criterio E)1,2.

 

 

¿Qué sucede en el cerebro de las personas con PTSD?

Cada uno de los síntomas que puede experimentar el paciente con PTSD posee una variación estructural o funcional en el cerebro; en otras palabras, este trastorno tiene evidencia física. En el caso de los síntomas intrusivos (criterio A), estos pueden ser memorias que aparecen de pronto, flashbacks (escenas del pasado que irrumpen en la consciencia), pesadillas y activación fisiológica2. Al parecer, las investigaciones sostienen que este tipo de síntomas podría tener su origen en una pobre modulación emocional: la corteza frontal no cumpliría su labor de inhibir la actividad del sistema límbico, centro de las emociones3. De hecho, se ha visto que se incrementa la actividad en la amígdala, estructura cerebral del miedo y de la reactividad emocional; y disminuye la de la corteza prefrontal medial4,5, que tiene funciones inhibitorias6. Es como si el comando de control se desactivase, dando paso a una mayor influencia de emociones negativas. Además, cuando los pacientes con PTSD vuelven a experimentar los episodios traumáticos, aumenta la actividad en la ínsula, área vinculada al dolor y al disgusto; y se reduce la activación de la corteza cingulada rostral anterior y la corteza frontal inferior7, ambas involucradas con la regulación de la activación y de las emociones8. Estos hallazgos muestran una importante falla en la regulación de las estructuras límbicas, lo que podría explicar la dificultad para eliminar las memorias de miedo.

Otro síntoma del PTSD es la evitación de todos los estímulos relacionados con el trauma, como pensamientos, emociones y ambientes físicos. Los estudios han mostrado que este tipo de comportamiento se relaciona con la activación de los circuitos del miedo (la amígdala)7,9. En cuanto a la alteración del estado de ánimo y los pensamientos, la reducción del volumen del hipocampo parece ser la causa de la dificultad para recordar partes del evento traumático, porque está implicado en el almacenamiento inicial de las memorias. Por otra parte, el déficit de control de la corteza prefrontal hacia la amígdala puede generar la presencia persistente de emociones negativas, como el miedo, el terror y la ira. Así como estas modificaciones neurobiológicas son la base del comportamientos, las emociones y los pensamientos aversivos, tal parece que la actividad reducida del estriado ventral, estructura principal del circuito de recompensa, es el posible fundamento de la inhabilidad para experimentar emociones positivas y placer1.

Estos cambios neurológicos, estructurales y funcionales, ponen en riesgo el bienestar de los profesionales de salud, quienes, valientemente, están luchando por nosotros todos los días. Por esta razón, es importante que tomemos consciencia de la titánica labor que realizan para que su sacrificio no pase desapercibido. Aunque no podamos estar, codo a codo, trabajando con ellos para ayudarlos, respetar las normas sanitarias de cada país puede ser un gran reconocimiento a su empeño y perseverancia.

 

Referencias

(1) Fenster, R. J., Lebois, L. A. M., Ressler, K. J., & Suh, J. (2018). Brain circuit dysfunction in post- traumatic stress disorder: from mouse to man. Nature Reviews Neuroscience, 19(9), 535-551. doi:10.1038/s41583-018-0039-7

(2) American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5ª ed.). Washington, DC: Autor.

(3) Lanius, R. A., Vermetten, E., Loewenstein, R. J., Brand, B., Schmahl, C., Bremner, J. D., … Spiegel, D. (2010). Emotion modulation in PTSD: clinical and neurobiological evidence for a dissociative subtype. The American Journal of Psychiatry, 167(6), 640-647. doi:10.1176/appi.ajp.2009.09081168

(4) Rauch, S. L., van der Kolk, B. A., Fisler, R. E., Alpert, N. M., Orr, S. P., Savage, C. R., … Pitman, R. K. (1996). A symptom provocation study of posttraumatic stress disorder using positron emisión tomography and script driven imagery. Archives of General Psychiatry, 53(5), 380-387. doi:10.1001/archpsyc.1996.01830050014003

(5) Shin, L. M., Orr, S. P., Carson, M. A., Rauch, S. L., Macklin, M. L., Lasko, N. B., … Pitman, R. K. (2004). Regional cerebral blood flow in the amygdala and medial prefrontal cortex during traumatic imagery in male and female Vietnam veterans with PTSD. Archives of General Psychiatry, 61(2), 168-176. doi:10.1001/archpsyc.61.2.168

(6) Phelps, E. A., Delgado, M. R., Nearing, K. I. & LeDoux, J. E. (2004). Extinction learning in humans: role of the amygdala and vmPFC. Neuron, 43(6), 897-905. doi:10.1016/j.neuron.2004.08.042

(7) Hopper, J. W., Frewen, P. A., van der Kolk, B. A. & Lanius, R. A. (2007). Neural correlates of reexperiencing, avoidance, and dissociation in PTSD: symptom dimensions and emotion dysregulation in responses to script- driven trauma imagery. Journal of Traumatic Stress, 20(5), 713-725. doi:10.1002/jts.20284

(8) Phan, K. L., Britton, J. C., Taylor, S. F., Fig, L. M. & Liberzon, I. (2006). Corticolimbic blood flow during nontraumatic emotional processing in posttraumatic stress disorder. Archives of General Psychiatry, 63(2), 184-192. Recuperado de https://doi.org/10.1001/archpsyc.63.2.184

(9) Sripada, R. K., Garfinkel, S. N. & Liberzon, I. (2013). Avoidant symptoms in PTSD predict fear circuit activation during multimodal fear extinction. Frontiers in Human Neuroscience, 7, 672. doi:10.3389/fnhum.2013.00672

 

 

 

 

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