¿El cerebro de un adulto joven se sigue desarrollando?
El Día Mundial de las Habilidades de la Juventud, que se celebra el 15 de julio, nos invita a pensar sobre las capacidades reales de la adultez temprana, etapa que, hasta hace algunas décadas, se consideraba como la culminación del desarrollo cerebral. ¿Realmente los jóvenes ya son capaces de tomar decisiones sensatas o aún, como los adolescentes, se comportan de forma imprudente y arriesgada? ¿Qué nos dice la neurociencia sobre esto? En este artículo, trataremos de responder a esta interrogante con los últimos hallazgos sobre el cerebro.
Siempre digo que mi abuelo fue un hombre que creció muy rápido. Nació en la década de 1930 en una sociedad que avanzaba muy lento a nivel tecnológico, científico, económico y social, pero que empujaba a los jóvenes hacia una madurez temprana. Se enamoró a los 17 años y, a los 18, ya estaba casado con mi abuela. Su primer hijo nació al siguiente año en su primera casa, recién comprada. Su trabajo estable le permitía mantener un hogar, sin lujos ni privilegios, pero con los recursos necesarios como para no desesperarse y continuar. Con 23 años, ya se hacía cargo de una familia constituida por varios miembros sin haber tenido que asistir, por 5 años o más, a una institución educativa superior.
Por la calle, lo llamaban «señor», con el mismo respeto que, actualmente, se utiliza para dirigirse a las personas de más de 40 años. La disciplina y el orden eran sus principales valores. Al parecer, por su cabeza, se cruzaban los pensamientos que podemos encontrar en una persona adulta del siglo XXI. Y esto era muy común en esa época, hace más de 80 años. Pero, en el mundo en que vivimos ahora, el patrón es completamente diferente: los casamientos se retrasan cada vez más y la vida al interior de la casa paterna continúa por muchos años luego de cumplir los 20. ¿Este fenómeno tiene alguna explicación neurocientífica?
Para el cerebro, la discriminación es un estresor
Sabemos que el cerebro es plástico, es decir, que es capaz de reconfigurar sus conexiones neuronales y de generar nuevas neuronas durante todo el ciclo vital, incluso, en la adultez tardía o vejez. También, quienes han profundizado un poco más, comprenden que el entorno afecta este proceso de forma positiva o negativa. Sin embargo, lo que sí es una hipótesis bastante nueva es que la transición de la adolescencia a la adultez podría verse influida por el tipo de sociedad en el que vivimos1,2.
En otras palabras, el neurodesarrollo podría adelantarse en culturas que presionan más a los adolescentes para que se conviertan en adultos lo más pronto posible, mientras que, en aquellas sociedades en las que la misma economía requiere que los jóvenes se especialicen por años en una carrera universitaria, este proceso nervioso podría enlentecerse2,3.
«lo que sí es una hipótesis bastante nueva es que la transición de la adolescencia a la adultez podría verse influida por el tipo de sociedad en el que vivimos».
Lo que las investigaciones nos dicen
Empecemos por decir que las estructuras que podrían verse afectadas por estas diferencias culturales son las conexiones neuronales entre la corteza prefrontal y el sistema límbico, aquel circuito cerebral responsable de la autorregulación y de la toma de decisiones2,4. Pero aún no existe certeza sobre esta hipótesis. Sobre lo que sí se tienen pruebas es sobre los cambios que sufre el cerebro en la adultez temprana, también llamada «adultez emergente» (emerging adulthood o EA, en inglés).
En esta etapa, que ocurre inmediatamente después de la adolescencia, aproximadamente a los 20 años, sigue incrementándose la materia blanca (axones que conectan neuronas) y disminuyendo la materia gris (cuerpos neuronales)2,5, sobre todo en el sistema frontolímbico. Esto quiere decir, básicamente, que la red neural que permite que las personas regulen sus emociones y sus comportamientos, y tomen decisiones evitando los impulsos, se continúa mielinizando. Dicho de otro modo, el neurodesarrollo no se estabiliza luego de la adolescencia: la EA aún es una etapa de gran revolución a nivel cerebral, lo que se refleja claramente en las conductas de riesgo de los jóvenes de más de 20 años2,6.
En este sentido, aunque se ha pensado durante décadas que la adultez temprana es un periodo en el que se logra la capacidad de autorregulación, las investigaciones vienen demostrando lo contrario. Por lo visto, la EA aún presenta desafíos cognitivos, emocionales, sociales y comportamentales. No demos por sentado que los adultos jóvenes ya se han desarrollado, porque aún lo están logrando.
Referencias
(1) Arnett, J. J. (2000). Emerging adulthood: A theory of development from the late teens through the twenties. American Psychologist, 55(5), 469-480. Recuperado de https://doi.org/10.1037/0003-066X.55.5.469
(2) Taber-Thomas, B. C., & Pérez-Edgar, K. (2015). Emerging Adulthood Brain Development. En J. J. Arnett, The Oxford Handbook of Emerging Adulthood (Forthcoming) (pp. 1-19). Oxford University Press. doi:10.1093/oxfordhb/9780199795574.013.15
(3) Douglass, C. B. (2007). From duty to desire: Emerging adulthood in Europe and its consequences. Child Development Perspectives, 1(2), 101-108. doi:10.1111/j.1750-8606.2007.00023.x
(4) Davidson, R. J., & McEwen, B. S. (2012). Social influences on neuroplasticity: Stress and interventions to promote well-being. Nature Neuroscience, 15(5), 689-695. doi:10.1038/nn.3093
(5) Sowell, E. R., Peterson, B. S., Thompson, P. M., Welcome, S. E., Henkenius, A. L., & Toga, A. W. (2003). Mapping cortical change across the human life span. Nature Neuroscience, 6(3), 309-315. doi:10.1038/nn1008
(6) Masten, A. S. (2004). Regulatory processes, risk, and resilience in adolescent development. Annals of the New York Academy of Sciences, 1021(1), 310-319. doi:10.1196/annals.1308.036