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¿La marihuana puede producir dependencia?: una mirada neurocientífica

La marihuana ha sido catalogada como una «droga suave», porque, al parecer, no genera mayores problemas. ¿Esto es realmente cierto? Por el Día Internacional de la Lucha Contra el Uso Indebido y el Tráfico de Drogas, despejamos esta duda tan presente en la actualidad y, desde una mirada neurocientífica, nos adentramos en este complejo problema de la dependencia.

Las drogas psicoactivas han estado presentes en la historia de la humanidad por milenios. Y con drogas psicoactivas, nos referimos a aquellas sustancias que afectan los procesos cerebrales, como el pensamiento, la emoción, la memoria, la consciencia y la percepción. Todos las conocemos, porque alguna vez, en algún evento social, hemos participado del consumo de alcohol o tabaco. Incluso, sin ser expertos en la materia, hemos podido notar, con gran agudeza, cambios en el comportamiento de quienes se pasan de copas en alguna celebración o hemos sido testigos, en redes sociales, de memes que hacen alusión a la «bajona», el ansia desmedida por comer y tomar agua luego del consumo de marihuana. Hasta aquí, parece que todos estuviéramos hablando de un fenómeno gracioso que debería quedar en anécdota. Quizás, muchos de nosotros hemos catalogado a estas sustancias como «drogas blandas», drogas que no van a generarnos mayores problemas. Lamento decirles que esto no es así: las populares «drogas blandas», como la marihuana, también causan estragos a nivel cerebral. «No, pero es marihuana —dirán algunos— ¿Cómo me voy a volver adicto? Estás exagerando.» Pues no solo es posible, sino que es real. A continuación, explicaremos por qué.

 

 

¿Qué es la marihuana?

Empecemos por conocer esta droga. La marihuana, Cannabis sativa, es, en la actualidad, una de las drogas más populares: aproximadamente entre 128 y 230 millones de personas la utilizan a nivel mundial1. Cerca de 30 estados de EE.UU. y 22 países han legalizado esta sustancia, bien sea para uso recreacional o con fines médicos2. Su principal componente psicoactivo se llama delta-9-tetrahydrocannabinol (Δ9-THC) y es el responsable central de los efectos euforizantes (aunque posee 140 cannabinoides más en promedio)3.

«(…) las populares «drogas blandas», como la marihuana, también causan estragos a nivel cerebral. «No, pero es marihuana —dirán algunos— ¿Cómo me voy a volver adicto? Estás exagerando.» Pues no solo es posible, sino que es real».

Pero no existe la adicción a la marihuana, ¿o sí?

Si hablamos de drogas psicoactivas euforizantes que estimulan el circuito cerebral de recompensa, ese que nos hace sentir placer, hablamos de posibles adicciones. Con base en investigaciones, se ha establecido un diagnóstico que reúne la pérdida de control del consumo, fracasos al intentar reducir la frecuencia de uso o parar, craving (ansiedad por utilizar la droga), abstinencia y efectos negativos a nivel personal y social. Se le conoce como Trastorno por consumo de cannabis (Cannabis use disorder o CUD, en inglés)2,4,5.

Pero eso no me va a pasar a mí

Como ya sabemos, las adicciones no se generan solas; es una combinación muy poderosa, entre herencia genética, experiencias del entorno y forma de uso, las que transforman el «consumo ocasional» en drogodependencia2. Se ha estimado, por ejemplo, que la heredabilidad posee un rango de 21 % a 78 %6,7. En algunos estudios, se ha asociado la dependencia de cannabis variaciones genéticas en el cromosoma 108, cromosoma 8 o en otras regiones cromosómicas9. Otro factor que contribuye con la vulnerabilidad es la predisposición a tener un trastorno psiquiátrico2. Si bien aún no se sabe con certeza si el trastorno causa la adicción, sí se han encontrado condiciones psiquiátricas relacionadas: esquizofrenia10,11, trastornos del estado de ánimo, trastorno por estrés postraumático, ansiedad generalizada y trastornos de personalidad2. Lo que sí se sabe es que el consumo frecuente de cannabis aumenta el riesgo de sufrir un trastorno de este tipo12,13. Un tercer factor son los rasgos de personalidad conocidos como «búsqueda de sensaciones» y «sensibilidad a la recompensa»9,14, esas características genéticas que hacen que las personas estén persiguiendo constantemente nuevas experiencias de gran estimulación y placer. Un cuarto factor a tener en cuenta son las experiencias traumáticas o desafiantes6,15, acontecimientos que pusieron a prueba nuestra capacidad para sentirnos bien. Así que, si estos factores han estado presentes en tu vida, podría que sí te pase a ti.

Miremos qué sucede en el cerebro

El consumo de marihuana habitual genera cambios en las estructuras cerebrales y en sus funciones. Veamos:

Necesitaremos más y más sustancia

En primer lugar, ocurre una sensibilización dopaminérgica16. ¿Qué quiere decir esto? Pues que nuestro cerebro nos va a pedir mayor cantidad de marihuana y de forma más frecuente para obtener la misma sensación. En otras palabras, va a ocurrir una habituación, la etapa en la que nuestro cerebro va a «necesitar» de la droga para seguir funcionando. ¿Por qué sucede esto? Porque aquellos receptores de dopamina en el cuerpo estriado17 (el neurotransmisor de placer en el circuito de recompensa), con el uso frecuente de marihuana, van a aumentar y, para ser llenados, van a necesitar más sustancia. En el uso crónico, además, se reducen los niveles de dopamina18,19, lo que produce falta de atención y síntomas como apatía20.

No podré pensar con normalidad ni regular mis emociones

El sistema endocannabinoide (eCB), en donde actúa principalmente el THCs, se ve alterado en la neocorteza21,22, en la corteza límbica y en el cuerpo estriado ventral22, áreas dedicadas a la regulación cognitiva, al procesamiento de las emociones y a las conductas dirigidas hacia la búsqueda de recompensa23. En otras palabras, los consumidores habituales van a tener problemas para dirigir su pensamiento, y regular sus emociones y su búsqueda de placer.

Me costará controlar mis impulsos

Se altera la producción de glutamato, que tiene un rol significativo en el control inhibitorio24, nuestra capacidad para dominar nuestras respuestas impulsivas.

Tomar decisiones óptimas será muy difícil y mi memoria va a fallar

Se reduce el volumen de la corteza orbitofrontal25,26, que contribuye en la toma de decisiones27; y del hipocampo, región central en el aprendizaje y la memoria25,28.

Sentiré ansiedad

Por último, se produce un déficit en el funcionamiento de la amígdala (centro cerebral del miedo), que se relaciona con los síntomas de ansiedad que experimentan los consumidores23.

Así como lo oyen, el consumo de marihuana no es un juego de niños. Estar informados es la mejor forma de prevenir los problemas con las drogas. ¡A cuidarse!

Referencias

(1) United Nations Office on Drugs and Crime. (2017). Market Analysis of Plant-Based Drugs: Opiates, Cocaine, Cannabis (World Drug Report 3). Recuperado de https://www.unodc.org/wdr2017/field/Booklet_3_Plantbased_drugs.pdf

(2) Ferland, J-M. N., & Hurd, Y. L. (2018). Deconstructing the neurobiology of cannabis use disorder. Nature Neuroscience, 23, 600-610. doi:10.1038/s41593-020-0611-0

(3) Hanuš, L. O., Meyer, S. M., Muñoz, E., Taglialatela-Scafati, O. & Appendino, G. (2016). Phytocannabinoids: a unifed critical inventory. Natural Product Reports, 33(12), 1357-1392. doi:10.1039/c6np00074f

(4) Hasin, D. S., Hasin, D. S., Kerridge, B. T., Saha, T. D., Huang, B., Pickering, B., … Grant, B. F. (2016). Prevalence and correlates of DSM-5 cannabis use disorder, 2012-2013: fndings from the National Epidemiologic Survey on Alcohol and Related Conditions-III. American Journal of Psychiatry, 173(11), 588-599. doi:10.1176/appi.ajp.2015.15070907

(5) American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5ª ed.). Virginia: American Psychiatric Association.

(6) Verweij, K. J. H., Zietsch, B. J., Lynskey, M. T., Medland, S. E., Neale, M. C., Martin, N. G., … Vink, J. M. (2010). Genetic and environmental infuences on cannabis use initiation and problematic use: a meta-analysis of twin studies. Addiction, 105(3), 417-430. doi:10.1111/j.1360-0443.2009.02831.x.

(7) Lynskey, M. T., Agrawal, A., Henders, A., Nelson, E. C., Madden, P. A. F., & Martin, N. G. (2012). An Australian twin study of cannabis and other illicit drug use and misuse, and other psychopathology. Twin Research and Human Genetics, 15(5), 631-641. doi:10.1017/thg.2012.41

(8) Agrawal, A., Chou, Y-L., Carey, C. E., Baranger, D. A. A., Zhang, B., Sherva, R., … Nelson, E. C. (2018). Genome-wide association study identifes a novel locus for cannabis dependence. Molecular Psychiatry, 23(5), 1293-1302. doi:10.1038/mp.2017.200

 

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