La vida privada de nuestros perros desde la neurociencia
La segunda semana de noviembre se celebra la Semana de la Vida Animal, esta nos invita a reflexionar sobre qué hacemos para mejorar la vida de ellos, sobre su protección y concientizarnos sobre algunas especies en peligro de extinción.
Además, y en especial si nos referimos a la vida de nuestras mascotas, surgen muchas preguntas que nos hacemos al convivir con ellas. Acaso, ¿tienen conciencia como nosotros? ¿Nos entienden cuando les hablamos? De seguro es algo de lo que platicamos constantemente como amantes de los animales.
Gregory Berns, neurocientífico de Emory University, se hizo estas preguntas e intentó resolverlas. Gran ejemplo, son los resultados que presenta en su libro ‘What It’s Like to Be a Dog’ (Lo que es ser un perro). Él nos muestra por imágenes de resonancia magnética, cómo es posible que el cerebro de nuestra mascota experimente emociones y percepciones que hace décadas no se podrían afirmar como posibles. Tales como experimentar amor, alegría, tristeza, culpa o miedo. Si bien nuestra capacidad como especie humana es que podemos ‘etiquetar’ las emociones y compartirlas como sentimientos, los animales tienen un proceso muy cercano, puesto que si bien no tienen lenguaje definido, comparten ‘circuitos de recompensa’ que se asemeja a ‘sentimientos’ positivos, muy similar funcional y anatómicamente al del humano.
«(…) el cerebro de nuestra mascota experimente emociones y percepciones que hace décadas no se podrían afirmar como posibles. Tales como experimentar amor, alegría, tristeza, culpa o miedo».
Berns, llama a esta área el núcleo caudado. Área que compartimos con muchos mamíferos, y que se activa ante lo que nos gusta. Sabiendo ello, y extrapolando que tenemos similitudes de nuestra arquitectura cerebral con nuestras mascotas, podríamos de alguna forma entender más de sus ‘cerebros’, afirma el neurocientífico. Pues, entonces, la sensibilidad que nuestras mascotas manifiestan nos dan un gran soporte para entender que pueden ‘comprendernos’, y nosotros a ellos, si sienten culpa podemos ser solidarios, si sienten alegría podemos disfrutarlo con ellos.
La historia de estas investigaciones nace cuando Berns, aproximadamente en el año 2012 comienza a entrenar perros para ingresarlos a un resonador magnético. Técnica que no es invasiva y no causa daños en el can. Su primer libro ‘How Dogs Love Us’ (Cómo aman los perros) fue un éxito, y lo llevó a realizar más investigaciones para comprender las emociones de los perros y otros mamíferos. Desde entonces, sus investigaciones se fueron centrando en la comunicación (palabras) que tiene el cuidador con su mascota, mecanismos de autocontrol, señales de recompensa, preferencias de comidas y otras.