¿Los videojuegos son adictivos?
¿Cuántas veces hemos escuchado decir que los videojuegos son adictivos? ¿Qué tan cierta es esta afirmación? ¿Realmente estamos frente a un tipo de tecnología que podría generar algún trastorno psicológico o psiquiátrico? ¿O todo es una gran exageración? Acompáñennos en este nuevo artículo, en el que develaremos cómo reacciona nuestro cerebro a los videojuegos. ¡Vamos!
Los videojuegos, tan inofensivos como parecen, siempre han suscitado la sospecha de la comunidad científica y, en algunos casos, de la población en general. Muchos padres de familia, educadores, psicólogos y neurocientíficos se preocupan por el tiempo máximo que debe pasar una niña o un niño frente a Fortnite, World of Warcraft o League of Legends, que son tres de los videojuegos más famosos en la actualidad. Este tipo de avances tecnológicos, que tanto nos fascina a los millennials y centennials, no es tan similar a los juegos físicos y de mesa que mantenían a generaciones pasadas reunidas por horas. No es lo mismo jugar rayuela que enfrentarse a la cantidad ingente de estímulos que proyecta una pantalla. Al parecer, a nuestro cerebro le gusta mucho esta clase de acción, pero tanto que incluso puede desarrollar un desorden llamado «Trastorno por Juego en Internet» (Internet Gaming Disorder)1. Aunque esta clasificación aún está en continua investigación, los estudios en neurociencia y psicología señalan que podría asemejarse a otras adicciones2,3 que ya han dejado graves secuelas en las personas afectadas. Veamos qué pasa en nuestro cerebro cuando utilizamos videojuegos y por qué se dice que podrían conducirnos hacia problemas psiquiátricos mayores.
Los videojuegos en el cerebro
Imaginemos que estamos filmando una película sobre el funcionamiento del cerebro in vivo mientras utiliza videojuegos: aunque son muchas las estructuras y redes que se activan, hay una que llama principalmente nuestra atención; así que hacemos un acercamiento hacia ese lugar. Lo que nos encontramos nos deja sin palabras: el sistema de recompensa libera dopamina (el neurotransmisor de placer) desde el área ventral tegmental hacia el núcleo accumbens. Parece increíble, pero esto es lo mismo que sucede en una adicción a sustancias, como el alcohol o la cocaína. Inclusive, tal como en estos desórdenes, vemos cómo la red dopaminérgica se activa también frente a la anticipación de la recompensa4,5: mientras el cerebro de una persona con adicción a las drogas libera dopamina desde la compra de la sustancia, en el caso particular de los videojuegos, los estímulos que desencadenan esta respuesta son los logros por conseguir, los reconocimientos por recibir, el puntaje por adquirir, entre otros. Y es esta misma activación la que genera el famoso craving: el deseo intenso de consumo o de juego. Si vamos más allá, la continua estimulación de los receptores dopaminérgicos «podría disminuir la sensación de placer y producir tolerancia»4 (p. 4269), que no es otra cosa que la necesidad de cada vez mayor consumo para saciar el deseo; y provocar que la amígdala incremente la presencia de emociones negativas, como el miedo y el estrés —este estado afectivo impulsa la búsqueda de más sustancia u horas de videojuego4,5—.
Entonces, ¿los videojuegos podrían conducir hacia una adicción? Aún existe polémica al respecto, porque el término «adicción» siempre ha ido ligado a la influencia de sustancias químicas sobre la cognición, las emociones y el comportamiento. Por esta razón, los videojuegos, al no ser más que una experiencia, podrían entenderse fuera de este contexto. Sin embargo, las investigaciones en neurociencia sí son concluyentes: tanto las drogas como los videojuegos activan los mismos circuitos de recompensa y generan síntomas similares, como el craving y la tolerancia. Siendo así, bien se concluya a largo plazo que no solo puede degenerar en un Trastorno de Juego en Internet, sino en una adicción per se, o bien se desestime este diagnóstico, lo cierto es que las neuroimágenes no mienten: el sistema dopaminérgico se activa de forma semejante en ambas situaciones. Y esta es una situación que no debemos subestimar.
Referencias
1. American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic And Statistical Manual Of Mental Disorders (5 ed.). Arlington: American Psychiatric Publishing.
2. Breiter, H. C., Aharon, I., Kahneman, D., Dale, A., & Shizgal, P. (2001). Functional imaging of neural responses to expectancy and experience of monetary gains and losses. Neuron, 30(2), 619-639. doi:10.1016/s0896-6273(01)00303-8
3. Kühn, S., Romanowski, A., Schilling, C., Lorenz, R., Mörsen, C., Seiferth, N., … Gallinat, J. (2011). The neural basis of video gaming. Translational Psychiatry, 1, e53. Recuperado de https://doi.org/10.1038/tp.2011.53
4. Zastrow, M. (2017). News Feature: Is video game addiction really an addiction? Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 114(17), 4268-4272. doi:10.1073/pnas.1705077114
5. Volkow, N. D., & Koob, G. (2015). Brain disease model of addiction: Why is it so controversial? Lancet Psychiatry, 2(8), 677-679. doi:10.1016/S2215-0366(15)00236-9