Déjanos cualquier consulta aquí

Bienvenido    Síguenos

  • No hay productos en el carrito.

¿Todos somos procrastinadores?

¿Cuándo fue la última vez que ha madrugado comiendo chocolates o tomando café porque necesitaba terminar un trabajo para el día siguiente? ¿Alguna vez le ha pasado que le asignan una tarea con una fecha de entrega y a pesar de apuntarla u organizar el trabajo para esa fecha termina haciéndolo el último día o la noche anterior? Algunos podrán decir: “Es que soy flojo”, “No me provoca hacerlo”, “Lo hago mejor mañana que tengo más tiempo”, entre otras afirmaciones que suelen identificarnos con lo que experimentamos en esos momentos.

 

 

Por lo tanto, si bien estos fenómenos son frecuentes en algunas personas, muchas veces no nos damos cuenta del patrón que se va generando en nuestra conducta, ¿A que nos referimos? A la procrastinación. De acuerdo con Klingsieck (2013) la procrastinación se entiende como la postergación voluntaria de tareas, a pesar de que esta postergación traiga consecuencias negativas. Se ha encontrado que un porcentaje significativo de la población está afectada por una procrastinación problemática (Day, Mensink & O’Sullivan, 2000), la cual genera diversas interrogantes sobre las causas de este problema y si es que tarde o temprano afecta a todos o solo a algunos.

Quizá convenga entender algunos de los procesos que realiza el cerebro para poder comprender mejor este constructo. A nivel general, podemos afirmar que la procrastinación tiene una relación significativa con la autorregulación. Cabe entender que la autorregulación comprende dos tipos de sistemas: el sistema de control cognitivo y el sistema de procesamiento afectivo (Mischel & Ayduk, 2004). El sistema de control cognitivo está ubicado principalmente en la corteza prefrontal, aquella encargada de nuestras funciones ejecutivas y el cumplimiento de objetivos. Por otro lado, el sistema de procesamiento afectivo se encuentra sobre todo en el sistema límbico, estructura que nos permite tener nuestro mundo afectivo y la red neuronal por defecto, actividades cerebrales que ocurren cuando el cerebro está en reposo.

Coincidentemente, los estudios realizados han descubierto cómo la procrastinación tiene una relación con la poca regulación del control cognitivo (Sirois, 2014) (Fabio, 2006), así como a los estados emocionales negativos (Stöber & Joormann, 2001). Es decir, los dos sistemas mencionados anteriormente que forman parte de la autorregulación sufren cambios al generarse este fenómeno. Asimismo, se ha encontrado que la procrastinación se relaciona con nuestra red neuronal por defecto y la disfunción temporal entre la visión de nuestro presente y futuro (Sirois, 2014) (Sirois & Psychyl, 2013).

«(…) la procrastinación se entiende como la postergación voluntaria de tareas, a pesar de que esta postergación traiga consecuencias negativas».

Zhang, Wang & Feng (2016) encontraron que cuando ocurre la procrastinación, la red neuronal por defecto esta hiperactivada, lo cual genera que se anule las señales del sistema prefrontal. Por esta razón, podemos percatarnos que al procrastinar, nuestro sistema de gratificación y recompensa toma mayor fuerza a comparación de nuestros procesos racionales o de toma de decisiones.

Tim Urban (2013) explica la procrastinación con una historia muy dinámica y entretenida que guarda mucha coherencia con la investigación previamente señalada. Él representa lo que ocurre en nuestro cerebro cuando procrastinamos con la presencia de dos figuras: el cerebro no procrastinador y el cerebro procrastinador. El cerebro no procrastinador lo presenta como una persona agarrada a un timón de barco y lo califica como “aquel que toma las decisiones racionales”. Por otro lado, tenemos al cerebro procrastinador representado por un pequeño mono que se califica como “el mono de la gratificación instantánea”. A lo largo de la divertida historia, Urban incluye a otro personaje: “el monstruo del pánico”, este monstruo es aquel que aparece después de que el mono ha estado disfrutando y distrayéndose con una serie de actividades en vez de hacer el trabajo que tenía que realizar.

Por lo tanto, se puede comprender como el procrastinador (“el mono de la gratificación instantánea”) no le hace caso “al que toma las decisiones racionales”, solo piensa en el presente, ignora lo aprendido en el pasado y no considera al futuro, por supuesto, todo esto se debe a que busca maximizar la mayor cantidad de placer al mayor tiempo posible (circuito de recompensa y gratificación). De esta manera, se logra comprender cómo a pesar de que uno sí busca planear y constantemente se propone no postergar las cosas se termina procrastinando, ya que planear es fácil pero hacerlas cuesta esfuerzo y tiempo.

Finalmente, existen diversos autores y entre ellos Tim Urban (2013) quiénes afirman que la procrastinación muchas veces se ha pensado únicamente en relación con los tiempos límite. No obstante, ellos afirman que eso es tan solo un tipo de procrastinación. ¿Alguna vez te ha pasado que siempre has soñado en estudiar algo que te apasiona pero nunca lo concretas? ¿Tal vez has pensado en llamar a un ser querido con quién no hablas mucho o darle un detalle a tu pareja pero no logras hacerlo? Existe otro tipo de procrastinación que no tiene tiempos límite ni tampoco un “monstruo del pánico” que aparece, pero sí otras consecuencias. Este tipo de procrastinación ocurre a largo plazo, tal vez no de manera visible o inmediata, pero sí llega a afectar en diversas maneras a nuestra felicidad y a la interacción con el ambiente (Urban, 2016). Por lo tanto, ¿todos seríamos procrastinadores? Al menos muchos sí y otros tal vez no se dan cuenta.

¿Qué podemos hacer? Repetirnos muchas veces: “Ahora sí lo voy a hacer” no soluciona el problema. Las recientes investigaciones (Wohl, Psychyl & Bennet, 2010) muestran como los estudiantes que se perdonaron a sí mismos por haber procrastinado en el primer examen lograron procrastinar menos en el segundo examen. Estas investigaciones concluyeron que la procrastinación al estar relacionada con emociones negativas, tales como la culpa, permite que el perdón sea un mecanismo para reducir esa culpa y generar una mayor autoconciencia y compromiso con uno mismo. Además, Psychyl (2010) afirma que otro manera eficiente es el reconocer que uno no siempre va a realizar las cosas en el estado de ánimo que le provoque, por lo tanto, ayuda aceptar nuestras emociones y las circunstancias buscando entender que el empezar a trabajar aceptando la manera en la que uno se siente es inclusive más valioso y desarrolla más la autorregulación emocional. ¡Tú puedes!

Referencias

Day, V., Mensink, D., & O’Sullivan, M. (2000). Patterns of academic procrastination. Journal of College Reading and Learning, 30, 120–134.

Eckert, M., Ebert, D., Lehr, D., Sieland, B. & Berking, M (2016). Overcome procrastination: Enhancing emotion regulation skills reduce procrastination. Learning and Individual Differences, 52, 10-18.

Fabio, A. D (2006). Decisional procrastination correlates: personality traits, self-esteem or perception of cognitive failure? International Journal for Educational and Vocational Guidance 6, 109–122, doi: 10.1007/s10775-006-9000-9.

Klingsieck, K. B. (2013). Procrastination. When good things don’t come to those who wait. European Psychologist, 18, 24–34.

Mischel, W. & Ayduk, O (2004). In Handbook of Self-regulation: Research, Theory, and Applications (eds Baumeister and Vohs). Guildford press. 99–129.

Sirois, F. M (2014). Absorbed in the moment? An investigation of procrastination, absorption and cognitive failures. Pers. Individ. Dif. 71, 30–34.

Sirois, F. M (2014). Out of Sight, Out of Time? A Meta‐analytic Investigation of Procrastination and Time Perspective. Eur. J. Pers. 28, 511–520.

Sirois, F. & Pychyl, T (2013). Procrastination and the priority of short–term mood regulation: Consequences for future self. Soc. Personal. Psychol. Compass 7, 115–127.
Urban, T (2013). Wait but why year one. Amazon e-book.

Urban, T (2016). Inside the mind of a master procrastinator [Video file]. Recuperado de: https://www.ted.com/talks/tim_urban_inside_the_mind_of_a_master_procrastinator/discussion?source=twitter&awesm=on.ted.com_siNB.

Stöber, J. & Joormann, J (2001). Worry, procrastination, and perfectionism: Differentiating amount of worry, pathological worry, anxiety, and depression. Cognitive therapy and research 25, 49–60.
Wohl, M. J. A., Pychyl, T.A., & Bennett, S.H. (2010) I forgive myself, now I can study: How self-forgiveness for procrastinating can reduce future procrastination. Personality and Individual Differences, doi:10.1016/j.paid.2010.01.029

Zhang, W, Wang, X & Feng, T (2016). Identifying the neural substrates of procrastination: a resting-state fMRI study. Scientific reports. Nature. doi: 10.1038/srep33203.

Post a Comment