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El cerebro materno: vínculo inseparable entre madre e hijo

‘Crear’ vida es una las tareas más increíbles que existen. Es una experiencia única, llena de sentimientos y cambios no solo a nivel de relaciones interpersonales, sino también respecto de las conexiones neuronales de la futura madre. En este sentido, resulta válido preguntarse, ¿este nuevo ser, que se encuentra en el vientre materno, cambia el cerebro materno? ¿El bebé al nacer activa nuevas conexiones neurales en el cerebro de la madre?

 

 

Sí. El cerebro de la madre cambia. Según una revisión llevada a cabo por Kim (2016), el cerebro materno presenta ciertas adaptaciones anatómicas y funcionales, además de cambios en la plasticidad neuronal durante el embarazo y en la etapa temprana de postparto. Por ejemplo, existe una alta sensibilidad ante señales del bebé, como el llanto, olores y gestos faciales; y se observa un nivel alto de vigilancia y cuidado ante posibles amenazas que se expresa en preocupación materna sana.

Pero, ¿qué ocurre en los circuitos neuronales maternos? Pues, como indica el autor de la revisión, los circuitos cerebrales que se activan y se refuerzan durante el cuidado materno son los mismos que se activan ante la recompensa y la motivación: áreas del cerebro como el sistema límbico, el núcleo de accumbens, entre otros. De hecho, son las mismas áreas involucradas en las emociones humanas.

Ahora bien, no solo existen respuestas netamente emotivas: también, intervienen el autocontrol y la razón para mediar la vigilancia y la reacción ante el peligro. En otras palabras, se activa un ‘circuito neuronal materno’ de regulación de la emoción, que incluye a la corteza prefrontal (Rutherford, Wallace, Laurent y Mayes, 2015), la corteza biológicamente más avanzada del cerebro humano. Esto sucede debido a que la madre asume un papel vital y único que necesita de sus capacidades y fortalezas para resolver la nueva experiencia y afrontar el estrés que puede aparecer al habituarse a una nueva forma de vivir y a los cuidados prematuros al bebé.

(…)el cerebro materno presenta ciertas adaptaciones anatómicas y funcionales, además de cambios en la plasticidad neuronal durante el embarazo y en la etapa temprana de postparto(…)

Y, a un nivel hormonal, ¿qué ocurre? ¿Las hormonas del cerebro materno varían en intensidad? ¿Podemos explicar el amor maternal a este nivel? Nuevamente, explicar el amor maternal tiene muchas aristas. Una de ellas comprende el nivel neurobiológico. La química del cerebro materno es increíble, pues se prepara para la crianza exitosa. Hormonas como la oxitocina, dopamina y cortisol se activan e influencian notablemente el comportamiento de crianza y ‘apego’ al bebé. Pero algo llamativo que sucede es la presencia de dopamina y oxitocina en la activación de la memoria a largo plazo cuando se experimentan niveles altos de afiliación maternal, es decir, un nivel alto de apego al bebé (Feldman, 2017). De esta manera, estos químicos duraderos en el tiempo explican tal sentimiento de amor y el complejo comportamiento maternal.

Se puede concluir que el cerebro materno sufre una serie de cambios que ayudan a la adaptación, preparación y acción eficiente para la crianza del bebé. Conviene decir que estos cambios estructurales y bioquímicos en el cerebro materno pueden afectar negativamente a la nueva madre, lo que podría generar problemas de depresión o fatiga emocional. Pero no olvidemos que tenemos áreas del cerebro que ayudan a la motivación, a la respuesta resiliente y empática para lograr el éxito del mejor cuidado. Los hijos aprenden de sus padres porque son sus primeros modelos en la vida.

Referencias

Feldman, R. (2017). The Neurobiology of Human Attachments. Trends in Cognitive Sciences, 21(2), 80–99. doi:10.1016/j.tics.2016.11.007

Kim, P. (2016). Human Maternal Brain Plasticity: Adaptation to Parenting. New Directions for Child and Adolescent Development, 2016(153), 47–58. doi:10.1002/cad.20168

Rutherford, H. J. V., Wallace, N. S., Laurent, H. K., & Mayes, L. C. (2015). Emotion regulation in parenthood. Developmental Review, 36, 1–14. doi:10.1016/j.dr.2014.12.008

 

Autor: Gabriel Lázaro Cruz        Editor: Sebastián Velásquez Munayco

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