“Más te quiero, más te pego”: ¿Y si cambiamos de paradigma?
Si las secuelas del castigo no son lo suficientemente graves o no terminan en muerte lo más probable es que la historia de ese niño o niña no esté representada en las estadísticas. Aun teniendo en cuenta esta realidad, las cifras que se muestran son preocupantes; los Centros de Emergencia contra la Mujer han atendido 7867 casos de violencia física y 9279 casos de violencia psicológica contra niños y adolescentes solamente en el 2016. Más alarmante todavía, la Encuesta Nacional de Hogares en el 2015 declara que el 39% de las madres y el 31% de los padres usan castigo físico con el fin de educar; y 44% de los niños y adolescentes consideran que sus padres tienen derecho a pegarles. ¿Qué nos están tratando de decir estas cifras? La realidad es que vivimos en un país donde la violencia está tan arraigada en nuestra cultura que incluso nos cuesta identificarla; y peor aún, si logramos reconocer violencia cuando la vemos no sabemos cómo reaccionar.
Podría hablar de todos los casos de violencia doméstica y maltrato infantil que aparecen en los periódicos; podría mencionar el video donde se observa como un padre en Piura levanta a su hija quemándole la planta de los pies en diciembre del 2017, o la madre que en octubre del año pasado le tiró una piedra en la cabeza a su hijo por no haber comprado pan, podría enfocarme en describir a detalle todas las historias que se viven día a día en silencio y que no aparecen en las noticias; pero considero que lo que en verdad se necesita, es conocer que sí existe otra forma de crianza que potencia el sano desarrollo emocional de los niños, una adecuada capacidad de adaptación futura y que además enriquece la paternidad.
Pero antes me gustaría reflexionar sobre las repercusiones de una crianza violenta. Cuando hablamos de maltrato infantil no solo estamos hablando de agresiones físicas y sexuales, sino también de rechazo, indiferencia, apego confuso o ambiguo, y de abandono emocional; y que además tiene un impacto en la vida futura de los niños. El ministerio de Salud (MINSA, 2015) define el maltrato infantil como “toda acción y omisión que ocasiona un perjuicio en el desarrollo bio-psico-social del niño/niña o del adolescente”. Amores-Villalba & Mateos-Mateos (2017) explican que “La negligencia afectiva supone una forma de abandonar el desarrollo emocional del niño, lo cual repercute de manera negativa en su capacidad de adaptación futura”; y que dentro de las principales alteraciones ejecutivas de los niños se encuentran el deterioro de flexibilidad cognitiva y de planificación de conducta, escaso razonamiento en toma de decisiones e impulsividad. García de la Torre (2006) realiza un análisis transgeneracional de la violencia e identifica que los niños que crecen en hogares violentos interiorizan valores negativos y eventualmente legitiman la violencia como un acto normal o necesario en sus vidas. También afirma que el comportamiento agresivo se transmite por imitación; y que en el futuro estos niños y niñas van a repetir los mismos actos violentos, y en el caso de las mujeres existe una alta probabilidad que vuelvan a ser maltratadas por sus parejas.
“Toda acción y omisión que ocasiona un perjuicio en el desarrollo bio-psico-social del niño/niña o del adolescente”.
Ahora que entendemos la realidad de la situación en Perú y comprendemos los afectos a largo plazo en la persona, la familia y en la sociedad podemos preguntarnos ¿Cómo logramos disciplinar a los niños y fomentar al mismo tiempo su desarrollo? Las teorías de Alfred Adler y de Rudolph Dreikurses son considerados como las bases de la Disciplina Positiva. Esta disciplina crítica las crianzas que manifiestan un control absoluto o la ausencia de este, y plantea una forma de disciplinar a los hijos basada en el mutuo respeto, la cooperación y el acto de compartir responsabilidades (Carmen, 2012). En este método de crianza parental, se fomentan que los padres adopten una actitud de amabilidad y firmeza que los ayude a enfocarse en la búsqueda de soluciones junto con sus hijos y dejar de lado el castigo. Otras de las características de esta disciplina son la eficacia a largo plazo y la estrecha conexión que se establece en los hijos con sus padres gracias al sentimiento de valoración que los padres incentivan.
La Disciplina Positiva ofrece ciertas herramientas para los padres que los ayudan a poder cumplir con todas estas pautas de crianza. Algunas de las herramientas son las siguientes:
- Dar espacios para realizar reuniones familiares favoreciendo la comunicación, la expresión de sentimientos, la confianza y responsabilidad. En estas reuniones el líder puede ir rotando para promover la horizontalidad. También se puede establecer un horario constante que facilita el orden y el compromiso.
- Los padres deben realizar las siguientes preguntas: ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Por qué? para ayudar a desarrollar la meta-cognición en los hijos. Se aconseja además usar la frase “He notado” para que el niño entienda que ha fallado y debe corregir sus acciones.
- Explicar a los niños que todos sus actos tienen consecuencias, con ejemplos de sus propias vidas.
- Es aconsejable que los padres establezcan límites, ya que estos brindan un sentimiento de contención y seguridad en los niños.
- No olvidar siempre la importancia del buen ejemplo.
- No humillar para educar; sino más bien motivar y comprender. Debemos mandar un mensaje constante de amor y respeto. Se busca que los niños se sientan valorados y responsables de las decisiones que toman.
La disciplina positiva es solo una de muchas alternativas de crianza diferentes al castigo. Empecemos dando el buen ejemplo, creando conciencia sobre la realidad del maltrato infantil en el Perú y reconociendo la gravedad de esta situación en el desarrollo de los niños y de las familias.
Referencias:
Amores-Villalba & Mateos-Mateos (2017). Revisión de la neuropsicología del maltrato infantil: la neurobiología y el perfil neuropsicológico de las víctimas de abusos en la infancia. Psicología Educativa 23, 81-88.
Carmen & Carrasquillo (2012). Disciplina Positiva: Herramientas para los padres. Mayaquéz, Puerto Rico: Universidad de Puerto Rico.
García de la Torre (2006). La Violencia de Género como causa de Maltrato Infantil. Cuadernos de Medicina Forence No. 43-44. versión On-line ISSN 1988-611X.
Ministerio de Salud (2005). Módulo 4: Maltrato infantil y violencia familiar. Lima, Perú: Universidad Nacional Cayetano Heredia.
Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (2018). MIMP Presenta Campaña Contra El Maltrato Infantil “Sin Pegar Ni Humillar, Es Hora De Cambiar”. Recuperado de: https://www.mimp.gob.pe/salaprensa/nota-prensa.php?codigo=2184
Nelsen, j. (2007). Maternidad continúa. Recuperado de: http://www.maternidadcontinuum.com/2012/11/%C2%BFque-es-la-disciplina-positiva-yque-objetivos-persigue/
Perú 21 (2018). Maltrato infantil en Perú crece: En 2017, hubo 21,600 casos de violencia. Recuperado en:https://peru21.pe/peru/maltrato-infantil-peru-crece-2017-hubo-21-600-casos-violencia-390914
Unicef.org. (2018). UNICEF Perú – Protección de los niños, niñas y adolescentes – Violencia y maltrato infantil. Recuperado de: https://www.unicef.org/peru/spanish/protection_3226.html
Autora: Sofía Navarro Martínez